El tabaco, descubierto al mismo tiempo que el Nuevo Mundo, representa una moda para algunos y una auténtica filosofía de vida para otros. Profanos y entendidos se hacen una pregunta al tratar de descubrir el éxito del habano. ¿Por qué los puros son tan demandados hoy en el mundo, especialmente los habanos, esas joyas hechas a mano por torcedores cubanos y con un origen único que las hace Premium?

El vocablo habanos se define en los diccionarios de una manera exclusiva: De La Habana y, por extensión, de Cuba: tabaco habano. Del color de tabaco claro. Cigarro puro que viene de La Habana. Y aunque no lo diga el diccionario, degustar un buen puro habano equivale a una filosofía de la vida

Pero el tabaco deviene también pieza clave para los dioses de origen africano, traídos a Cuba en el siglo XVI en los barcos negreros. A la sombra de los barracones, fue símbolo para Osain, el dios orisha del herbario; Elegguá, el que abre los caminos; Oggún, rey de los soldados y herreros; Ochosi, el cazador. Todos los orishas varones fuman y mastican la planta, les encanta el rape, el jugo de sus raíces, las hojas y las flores y, por lo tanto, curan con ella muchas enfermedades.

Bautizada por los científicos como Nicotiana tabacum, la planta parece ser originaria de Sudamérica, de la familia de las Solanáceas. A la llegada de los conquistadores íberos los aborígenes la cultivaban, por lo cual todos los indicios conducen a confirmar la paternidad cubana del tabaco. A ese tabaco, descubierto en la región nororiental de Gibara durante el primer viaje colombino, le fue permitido el cultivo por Real Cédula del 20 de octubre de 1614, documento que al mismo tiempo prohibía su comercialización. Asimismo, el monopolio de la hoja también surge por Real Cédula el 18 de diciembre de 1740, pliego que permite la creación de la Real Compañía de Comercio de La Habana. A partir de ese momento aparecen períodos de estanco y desestancos, guerras y pedidos, hasta convertirse en una de las primeras industrias de Cuba.

En 1958 había en Cuba 1.092 fábricas de habanos, pero solo seis contaban con máquinas torcedoras. Durante la primera década del siglo XX la Isla exportó anualmente 208 millones de piezas del mejor puro habano torcido; en la segunda década descendió a 152 millones como consecuencia de la I Guerra Mundial. Luego del crack bancario de 1929 en Estados Unidos, y durante la siguiente década, se produce la mayor caída del producto, facturándose solo remesas de 42 millones de habanos, pero de 1950 a 1959 hay una ligera recuperación al exportarse cada año 53 millones del mejor puro habano.

Tras el triunfo de la Revolución se suceden altas y bajas en este producto que jamás cedió en importancia y gusto entre los fumadores que lo acogían como una filosofía de la vida.

Hoy día, el país dispone de unas 39 marcas y más de 700 vitolas, y funcionan 26 fábricas dedicadas exclusivamente a la exportación del mejor puro habano, ubicadas en casi todas las provincias del país, sobresaliendo las de Cohiba, Partagás, La Corona, H.Upmann y Romeo y Julieta, todas en la capital.

Desde 1492 hasta nuestros días, el tabaco se ha consolidado como un producto ciento por ciento cubano.